domingo, 9 de mayo de 2010

Me cuadra que haiga presidenta

Odio la palabra "presidenta". Me suena la polada más grande, tan polo como cuando la gente usa "haigan" y casi tan polo como cuando hablan de "tú".
Me gustaría estar de acuerdo con quienes hablan de los participios activos como derivados verbales (curiosamente casi todos los blogs son Copy+Paste de un artículo español, donde el "autor" es lo único que cambia), y explican que el participio activo de cantar es cantante, el de estudiar es estudiante, y lo ridículo que sería hablar de "la cantanta", y "la estudianta". Ridículo incluso para Ionesco.
Me gustaría.

El problema es que no sólo la palabra "presidenta" está aceptada por la Real Academia Española (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=presidenta), sino que presenta un problema mayor, por lo menos para mí y para mi orgullo.

Cuando la Academia acepta una palabra lo hace porque el español mismo es quien lo dicta, ya que el lenguaje no es de los eruditos sino del pueblo. El español es dinámico, y jamás podría estancarse, y la Academia -por más que la imaginemos como un grupo de profesores de castellano octagenarios- lo entiende y realiza cambios con una velocidad admirable para la cantidad de palabras, países, y personas que lo hablan.

Al saber que estaba aceptada la palabra presidenta, lo primero que sentí fue vergüenza, no sólo por los incultos que han hecho que se acepte "haigan" y "presidenta", sino por la Academia quien se deja convencer por un grupo de personas que ni siquiera terminaron el colegio.

Sin embargo, una vez que los químicos en mi cabeza bajaron como fresco de chan, pude recordar las múltiples veces que hablé de Dante como el gran liberador del lenguaje, y de cómo entregó a un pueblo desconocedor del latín "culto" una obra como la Divina Comedia, con todo lo que esta revolución implicó para la lengua y la historia. Irónicamente es un personaje defendido por aquellos que se burlan (inclúyome hasta hace unos meses) de aquellos que dicen "presidenta".

Mi posición es incómoda. Sigo detestando la palabrita esta, la detesto con toda mi alma, y sigo pensando que es el fruto del error generalizado y masivo de un grupo de personas que prefiere ver futbol a leer un libro. Los mismos que impulsaron la aceptación del "haigan".
Sin embargo no podemos ver la cultura (ni definirla) como lo que dicta una elite que entendió el Ulysses de Joyce, sino como el fruto de lo hecho (y hablado) por NOSOTROS todos.

"Me cuadra que haiga presidenta", ya que de lo contrario no estaría en esta náusea que se siente al aprender gracias a entender que uno está equivocado, y aceptar que el idioma es más dinámico y democrático de lo que a mí me gustaría.

2 comentarios:

Óscar dijo...

No se le olvide que algunos vemos fútbol y sabemos leer.

Godot dijo...

No dice lo contrario.